Uno de los recuerdos más queridos de mi infancia tiene que ver con la Feria del Libro de Córdoba. Es un recuerdo sencillo, se trata de la primera vez que mis padres me animaron a escoger un libro de una de las casetas. Mi elección fue Pío, pío Lope, el pollito miope, de Gloria Fuertes (todavía hoy sigue siendo uno de mis libros favoritos). Quería compartir con ustedes el recuerdo de aquella tarde al comenzar este texto, que es una simple nota de agradecimiento para las personas que decidieron contar con Javier y conmigo para coordinar la programación de la Feria del Libro de Córdoba este año 2016. Quiero agradecérselo, en primer término, a Herme Moreno, presidenta de APLICO, que fue quien nos invitó junto a Ana Rivas, de La República de las Letras, a formar parte de esta aventura, y hago extensivo el agradecimiento a todas las personas involucradas en la organización y a todos los participantes que hicieron posible el evento. Muy especialmente a Rafi Valenzuela, de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento, que está pasando una época tan difícil por la ausencia de Eduardo García, cuyo recuerdo y poesía nos acompañará siempre; y a Francisco Lira y los herederos de Tony Soto, que nos permitieron generosamente usar el cuadro “El bosque animado” como imagen central del cartel. Mi cometido fue organizar y potenciar la sección infantil-juvenil de la Feria, así que agradezco la inestimable ayuda de Rafael Ruiz, director de la Biblioteca Central, quien, entre otras cosas, nos prestó los libros y el mobiliario que pudieron disfrutar los niños en la Zona Infantil durante los nueve días de duración de la Feria, y, cómo no, a las personas responsables de la Delegación de Educación, Infancia y Juventud del Ayuntamiento con los que ha sido muy agradable trabajar. La 43ª Feria del Libro de Córdoba ha sido una de las experiencias más hermosas y enriquecedoras que he vivido. No ha sido un camino sin obstáculos, hemos jugado a contrarreloj, hemos tenido que aprender sobre la marcha y es posible que nuestro trabajo no haya salido todo lo bien que hubiésemos querido; sin embargo, el día de la inauguración, la maravillosa ilustradora Violeta Monreal nos enseñó a un público de unas sesenta personas (adultos y niños a los que no importó que estuviera diluviando) la importancia que tiene el que aquello que hacemos sea imperfecto. Y a ello nos aferramos. Imperfecto y todo, con lluvia y todo, hemos puesto nuestro corazón y entusiasmo en el proyecto. Decía Antonio Ventura, en una de sus fantásticas apariciones en la Feria, que el verbo leer es como el verbo amar, que no se puede conjugar en imperativo, y me consta que así, con cariño, sin imposiciones, han disfrutado con las palabras y reído con los autores los centenares de niños que visitaron el Bulevar. Han pasado por allí jóvenes escritores, que aún están en el instituto, deseosos de conocer a otros escritores de su edad, bebés que escuchaban cuentos de labios de sus padres, niños de tres años recitando ante un público de más de doscientas personas (gracias a los amigos y amigas del CEP, especialmente a Beatriz), niños de ocho y diez años que han construido cuentos, dibujado poemas, encontrado el ritmo, elaborado sus propios cuadernos de escritura, aprendido a ilustrar textos... Y, algunos de ellos (yo los he visto), frente a los mostradores de las casetas repletos de volúmenes brillantes, han elegido, cómo yo aquel día inolvidable, el primer libro de su vida.
2 Comentarios
7/10/2022 03:10:02 pm
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24/10/2022 06:17:33 pm
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Ana RamosCórdoba (1979). Escritora. Me gusta el campo y me gusta el Universo. Categories
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